Actividad #1 de lo teórico a lo práctico
Fragmento tomado de la odisea de homero https://www.ellibrototal.com/ltotal/?t=1&d=7003 De la página 768 a la 770.
Odiseo entró el último, pues Telémaco se le adelantó algún
tanto. El porquero acompañó a Odiseo; y éste, con sus pobres andrajos, parecía
un viejo y miserable mendigo que se apoyaba en el bastón y llevaba feas
vestiduras. Ninguno de nosotros pudo conocerle, ni aún los más viejos, cuando
se presentó de súbito; y lo maltratábamos, dirigiéndole injuriosas palabras y
dándole golpes. Con ánimo paciente sufría Odiseo que en su propio palacio se le
hiriera e injuriara, más apenas le incitó Zeus, que lleva la égida, comenzó a
quitar de las paredes, ayudado de Telémaco, las magníficas armas, que depositó
en su habitación, corriendo los cerrojos; y luego, con refinada astucia,
aconsejó a su esposa que nos sacara a los pretendientes el arco y el blanquizco
hierro a fin de celebrar el certamen que había de ser para nosotros, oh
infelices, el preludio de la matanza. Ninguno logró tender la cuerda del recio
arco, pues nos faltaba mucho parte del vigor que para ello se requería. Cuando
el gran arco iba a llegar a manos de Odiseo, todos increpábamos al porquero
para que no se lo diese, por más que lo solicitara y tan sólo Telémaco,
animándole, mandó que se lo entregase. El paciente divinal Odiseo lo tomó en
las manos, tendiólo con suma facilidad, e hizo pasar la flecha por el hierro;
inmediatamente se fue al umbral, derramó por el suelo las veloces flechas,
echando terribles miradas, y mató al rey Antínoo.
Pero en seguida disparó contra los demás las dolorosas
saetas, apuntando a su frente; y caían los unos en pos de los otros. Era
evidente que alguno de los dioses les ayudaba; pues muy pronto, dejándose
llevar por su furor, empezaron a matar a diestro y siniestro por la sala: los
que recibían los golpes en la cabeza levantaban horribles suspiros, y el suelo
manaba sangre por todos lados. Así hemos perecido, Agamemnón, y los cadáveres
yacen abandonados todavía en el palacio de Odiseo, porque la nueva aún no ha
llegado a las casas de nuestros amigos, los cuales nos llorarían después de
lavarnos la negra sangre de las heridas y de colocarnos en lechos; que tales
son los honores que han de tributarse a los difuntos.
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